Nuestros recuerdos, nuestras historias, nuestras canciones, nuestras risas y nuestras tristezas son solamente nuestras, son únicas, irrepetibles, intransferibles.
Las memorias no tienen fecha de caducidad y resisten incluso las peores turbulencias, las memorias son capaces de navegar entre tormentas.
Por más que intentemos arrancar recuerdos, memorias, historias, éstas siempre van a estar, son una pequeña marca en nuestra piel, junto a otras tantas cicatrices. Algunas de tardes divertidas al aire libre y otras, quizás, de momentos más oscuros.
Nadie vive de historias, pero nadie puede negar que estas historias hicieron de cálidas frazadas en noches frías.
Dicen que la historia está para conocer el pasado, entender el presente y prevenir el futuro. A mi me gusta decir que nuestras historias están para conocer de donde venimos, porqué somos como somos y guiarnos un poco en el confuso camino hacia el futuro.
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