La imaginación es genial, te da alas, te hace viajar sin moverte de donde estás, te abre puertas que no sabías que existían, y menos que estaban abiertas para vos. El problema es cuando todo lo que hacemos se basa en eso, imaginar, imaginar, y seguir imaginando estancados en el mismo lugar, sin concretar nada, sin hacer nada, sin movernos.
Poco a poco nos volvemos personas vacías que dedican su vida a crear una realidad que no existe, que solo la podemos ver nosotros mismos y que es tan individual como lo somos cada uno de nosotros. El mundo cambia cuando las individualidades de las personas, se juntan y forman una misma realidad, pero aquel que elige imaginar, en lugar de vivir, es aquel que queda por fuera del sistema, es aquel que muchas veces no encaja, por el simple hecho de que esa realidad colectiva no tiene nada que ver con la propia, porque está muchas veces rodeada de hostilidad, de peligros, de inseguridades. Siempre es más fácil crear una realidad que nos convenga, en la cual manejamos los hilos del destino a nuestro gusto y parecer, pero justamente la vida es todo lo contrario, vivir es enfrentarse a esas inseguridades, a esos imprevistos que se nos presentan diariamente. Vivir es un poco llevar a la realidad todo lo que imaginamos, movernos, hacer algo por nosotros mismos y por lo que queremos lograr.
Imaginando sin hacer, no vamos a ningún lado, imaginando el hacer, tampoco, la única forma de avanzar es imaginar y hacer, pensarlo y hacerlo realidad.
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